ENTREVISTA

(Entrevista extraída de la web En Femenino)




La "Christian Grey" de carne y hueso 


¿En qué piensas cuando hablamos de una dominatrix? ¿Cuero negro, látigos, cadenas y azotes? La realidad es mucho más compleja y esconde mil y un recovecos. Hemos hablado con la ex-dominatrix (o "dómina" como también se las conoce), Nichi Hodgson. ¿Quieres saber lo que nos contó?

Nichi trabaja actualmente como periodista pero, durante años, ejerció como dominatrix. Acaba de publicar un libro muy revelador, Bound to You, donde relata sus experiencias y habla acerca de las nuevas tendencias de dominación, feminismo, y las cosas más raras que le han pedido... ¿tienes curiosidad por saber cuáles son?




¿Qué implica ser una dominatrix?


Yo era una vanilla dominatrix, algo ligeramente distinto al estereotipo habitual de dómina. Formo parte de una nueva tendencia de dominatrices cuyas prácticas se basan más en el control mental de los hombres que en látigos y cadenas. Llevaba ropa de oficina, o la ropa que usaría para ir a un bar, y nunca terminaba con penetración, aunque sí con otro tipo de actos sexuales. Controlaba y manipulaba a los hombres, pero de una manera sensual. Todo se basaba en la restricción y la frustración. Tenía alrededor de cinco clientes por semana, con los que quedaba en su casa, en hoteles, en pisos compartidos con otros compañeros o incluso en algunas mazmorras del este de Londres que se pueden alquilar.


Sus inicios como dominatrix


¿Cómo te metiste en esta práctica y te profesionalizaste en ello?


Un día conocí a alguien que trabajaba de dominatrix. Me ofreció trabajar como asistente suya, yo no tenía ingresos y sentía curiosidad. Una vez que empecé, me di cuenta de que podía hacer mucho dinero y, a la vez, continuar escribiendo de manera independiente. Lo haría de nuevo si me viese en la misma situación.

¿No era más fácil trabajar de camarera?

Ganaba alrededor de 250 euros en una hora, lo que podría haber ganado de camarera durante un noche entera. Además, me sorprendió que yo también lo disfrutaba mucho. No era por placer sexual, sino más bien por saciar mi curiosidad psicológica. Fue un genial descubrimiento de la comprensión de la naturaleza humana, la mente masculina y la sexualidad. 


"Los azotes eran lo más común"


¿Cómo eran tus clientes?

Los había de tres tipos. Primero estaba el chico tradicional de buena educación y modales de entre 40 y 60 años al que le gustaba ser humillado y fustigado. Con ellos había un mínimo contacto sexual, estaba todo en su cabeza. Después estaban los hombres de entre 40 y 50 años que se encontraban en lo más alto de su carrera, pero estaban hartos de responsabilidades y de estar bajo control. Finalmente estaban los más jóvenes, quienes buscaban a una mujer dominante.


"Las mujeres, por lo general, son bastante sumisas y esperan que los hombres lleven siempre el control, algo que no siempre ellos quieren hacer"


¿Qué era lo que te pedían con más frecuencia?

Los azotes eran lo más común. Había un hombre que quería que le tratase como una niña pequeña, vestido así y azotado. La infidelidad también era algo habitual. Había hombres que me pedían que entrara en sórdidos detalles sobre lo sexualmente incompetentes que eran y también pedían que les contara cómo su mujer se acostaba con otra persona. El fetichismo por los pies también era algo muy normal, aunque ser azotado y humillado era mucho más frecuente.


"Me encantaba la humillación"


¿Qué ha sido lo más raro que te han pedido?


Un cliente no habitual era fetichista de las tijeras, y me pidió que simulase que le cortaba el pene. Luego estaba el hombre al que le gustaba ser cubierto con natillas, otro que me hacía masticar comida y escupírsela para que él la comiera después. Incluso a un hombre le gustaba que le echase salsa de menta por encima y le tratase como un cordero sacrificado.




¿Había algo que te gustase hacer particularmente?



Me encantaba la humillación. La experiencia supuso un gran desarrollo de la confianza en mí misma, ya que todo está en cómo eres por dentro, más que por fuera.
Habiendo tenido problemas de alimentación en el pasado, esto me ayudó mucho porque los clientes iban buscando mujeres reales y con curvas.


¿Cómo conseguías los clientes?

Existen un par de sitios en los que te puedes anunciar. La gente me enviaba e-mails y me decían lo que iban buscando. Yo sólo respondía si quería, y rechazaba trabajos en los que sabía que no iba a disfrutar o que no eran del todo buenos para la salud, mía o de mi cliente. Si pensaba que alguien tenía problemas en su relación y usaba mis servicios como forma de evasión, o si buscaba el daño físico excesivo, no lo hacía, puesto que es ilegal dañar continuamente a alguien.


Tener el control


¿Alguna vez te sentiste insegura?

No, porque aprendí cómo conseguir y tratar a los clientes. Además, si alguien está realmente sometido a ti, es imposible que quiera hacerte daño.


Tú empezaste una relación de sumisión contigo misma, ¿por qué?

Después de trabajar como una dómina profesional, me fui introduciendo poco a poco en el mundo del BDSM (Bondage, Dominación, Sadismo, Masoquismo).
Estaba tan acostumbrada a dedicar toda mi energía para controlar a otras personas, que terminé queriendo que alguien practicara eso mismo conmigo.
Conocí alguien con quien hacerlo, así que lo intentamos. Sin embargo, no fue muy bien porque él no estaba lo suficientemente cuerdo como para mantener ese tipo de relación, y además lo hacía por razones distintas a las mías.


"Me ha hecho abrir la mente"


Tú eres feminista. ¿Choca el doming con eso?

Definitivamente no. Es cierto que yo era un objeto, pero activo. Yo ponía las reglas y elegía más o menos lo que quería llevar puesto. Más que en cualquier otro trabajo que haya tenido. Todo el mundo vende su trabajo de una u otra manera. 


No se trata de feminismo porque esté controlando a los hombres, puesto que lo hacía por dinero y bajo mis términos.



¿Ha tenido todo esto alguna repercusión en tu actual vida sexual?

Me ha hecho abrir la mente y ser más positiva y segura de mí misma. He tenido parejas que no se sentían amenazadas con todo esto porque, en realidad, no hay nada mejor que tener sexo con la persona a la que amas.

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